Una Nochevieja diferente

Un fuerte dolor despertó a Julia. Miró el reloj, solo había dormido un par de horas. Respiró hondo unas cuantas veces y poco a poco fue bajando la intensidad que tensaba su cuerpo.

Aquella mañana se había levantado con ganas de trabajar. Con movimientos lentos y pesados sacó su material de trabajo: aspiradora, trapo del polvo, cubo y fregona. Remangándose se puso en marcha y a última hora de la mañana ya tenía su casa recogida y limpia. Los últimos meses había vivido aletargada, subida a una nube de paz; ese día estaba llena energía.

Otra sacudida de dolor la hizo volver al presente, sus ojos se clavaron en el reloj, aquello iba en serio… Era hora de decírselo a Luis, su marido. Por mucho cuidado que tuvo al hacerlo él se despertó sobresaltado, no podía creer lo que le estaba diciendo Julia ¿al hospital?

En urgencias, tras un rápido reconocimiento, les comunicaron que se quedaba ingresada. La pareja no podía creerse aquella situación… Era Nochevieja… Julia había pensado miles de veces que aquello pudiera suceder, ahora esa realidad la llenaba de inquietud. Enseguida comprobó que el hospital era un mundo paralelo al de la calle, allí dentro nada hacía notar que estaban a las puertas de despedir el año. Ni un solo segundo de aquel largo día dejaron de controlar su estado, calmándola con palabras de animo.

Todos en sus casas celebraban la entrada del Año Nuevo con las doce campanadas, ellos en la habitación del hospital no podían dejar de mirar a aquel bebé de pelo negro, cara redonda y piel sonrosada que dormía tranquilo en los brazos de ella… Por fin eran padres.