Ella

Me alegré de que me invitara a ver el taller. Noté que le temblaba la voz, estaba tan nerviosa como yo. Cuando entré me sorprendió lo amplia y luminosa que era aquella zona de trabajo. Me llamó la atención la gran mesa rectangular que había en el centro. Enfrente, bajo el gran ventanal, estaban la máquina de coser y la remalladora, junto a ellas un panel lleno de hilos de coser, colocados en el orden de una paleta de color. En la otra pared, la zona de planchado y dos percheros burro con varias prendas colgadas. En la pared de la izquierda la mesa de escritorio, rodeada de figurines de moda colgados en la pared: vestidos cortos, de fiesta, trajes de chaqueta. Todos dibujados con los más mínimos detalles. Me acerqué con curiosidad a las estanterías que estaban en un rincón. Algunos estantes estaban llenos de cajas, de igual color pero diferentes tamaño, todas con un cartel indicando lo que contenían: botones, puntillas, pasamanería… Otra estantería llena de carpetas con la etiqueta “muestrarios de telas”. Me quedé mirando el taller de costura de Gabi, aquel era su mundo, aquel espacio era ella. Necesitaba orden para mantener el equilibrio emocional. Desde el día que la vi en la fiesta me atrapó. Ahora, viendo aquel orden, pulcritud y luminosidad, estaba convencido de que quería conocer a aquella chica misteriosa que me miraba con las mejillas sonrojadas; con unos ojos limpios de maldad, pero llenos de tristeza.

Este corto relato es un guiño a “La ventana de la vida”. Si habéis leído la novela espero que os guste. Los que no la habéis leído os animo a hacerlo.

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