La máscara
Sentada en la mesa del rincón veía toda la cafetería. Podía vigilar quién entraba y salía. Observaba a la gente sentada en las otras mesas. Controlaba a los que trabajaban detrás de la barra y a los que servían las mesas. El camarero alto, atlético y de pelo moreno tomaba nota a dos señoras sentadas cerca de ella. Las dos amigas, descaradas, flirteaban con él; este les sonreía seductor. Les sirvió dos chocolates acompañados de porras. Invisible en su rincón, contemplaba la escena sin dejar de controlar el establecimiento. Las señoras terminaron y dejaron el importe en la bandeja, despidiéndose del camarero con risas tontas. Él, provocador, se despidió de ellas mientras recogía el dinero. Llegó a la barra blasfemando en voz baja por la mísera propina que habían dejado. Ella salió de su rincón decidida, había visto como el camarero perdía la máscara, estaba despedido.
Excelente Leonor
Gracias Ana
Esas máscaras que todos llevamos, algunos por diversió otros para ocultar la verdad y en casos contados hay quienes las llevan para hecer felices a los demás.
Maravilloso relato Leonor.
Así es Toño… la vida puede ser una máscara. Gracias por tus palabras.
Siempre es grato alimentar la imaginación con una buena lectura Leo