Cuenta 1, cuenta 2… ¿Quién soy?

 

Otra vez en la consulta del médico y como siempre la sala de espera con espantosos pacientes; diferentes caras, mismas tonterías: la hija que lleva a su madre, sin explicarle por qué están allí, el joven envarado que no se mueve, la solterona amargada impecablemente vestida, la señora mayor que entabla conversación con todo el mundo repitiendo siempre lo mismo y no podía faltar el trajeado que se queja de todo elevando el tono de voz para que todos le escuchemos bien.

Intento centrarme en lo que estoy leyendo, llevar un libro en estas ocasiones ayuda a poner una barrera con los demás. No puedo evitar oír la conversación de la señora charlatana y la solterona, que presta atención con amabilidad forzada. Centro mi atención en mi lectura… vuelvo a leer el mismo párrafo por tercera vez.

El trajeado se levanta y empieza a despotricar por la sala. Se acerca a mí, pero ¿no se da cuenta de que no quiero que me moleste? Levanto el libro hasta la altura de mis ojos y parece enterarse de que me importan un pepino sus quejas… Otra vez leo el mismo párrafo. A este paso tengo novela para dos años.

Por fin la enfermera me dice que es mi turno. Cierro la novela y al levantarme miro de reojo al chico envarado, está mirando lo que le rodea con cara de asco. ¡Qué gente más rara! Se me pasa por la cabeza decírselo a la doctora, que me espera en la puerta. Desecho la idea, es su problema. Ella me invita entrar y sentarme. Contempla el libro entre mis manos y me pregunta cuántas veces he leído el párrafo. Satisfecha le contesto que cinco veces, he conseguido reducir mi Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) de quince veces a solo cinco.

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