A la vista y ante los hechos, bajo la mortecina luz, solo le cabe esperar, con resignación y contra toda esperanza de comprensión. Desde el rincón repasa su vida. Cómo devoraba libros durante los largos inviernos, sentada en aquel mismo lugar. Entre la primavera y el verano disfrutaba de la libertad de caminar hacia el bosque e incluso hasta el gran árbol. Su madre, mediante conversaciones arrolladoras, le insistía en que para poder conservar todo aquello tenía que tomar una decisión. Optó por ignorarla. Según ella el documento no estaba correcto, seguía sin convencerla. So pena de perder todo, dejaban ese peso sobre sus hombros.
Tras comunicar su decisión los gritos y reproches de su padrastro no le afectan, que trabaje, piensa sentada en el rincón. Heredado de la abuela, aquel libro incunable no se vende.
*Relato escrito con preposiciones